Magnífico y atrevido artículo que apareció en el Heraldo de Aragón el 20 de febrero de 2.008 y que, sin lugar a dudas, suscribo cada una de sus palabras, el autor José Luis Melero Rivas. ¡A partir del segundo párrafo es apasionante!
«EN el deporte lo natural ha sido siempre amar lo próximo, vibrar con lo que tenemos más cerca.No hace falta explicar por qué preferíamos que ganara Santana a que lo hiciera Rod Laver ni por qué ahora se celebran los triunfos de Alonso sobre los de Hamilton. En Aragón también nos ha pasado siempre lo mismo: todos nos alegrábamos un poco más del Wimbledon de Conchita Martínez que de los Roland Garros de Arantxa Sánchez Vicario, y antes de que Carlos Sala entrara el primero en los ciento diez metros vallas siempre deseábamos que el vencedor fuera Javier Moracho. Y no creo poder encontrar uno solo que prefiriera que fuera Muangsurin quien tumbara a nuestro Perico Fernández.
Con el fútbol ocurre igual: el Real Zaragoza es el equipo hegemónico de Aragón y casi todos pensamos que lo natural es que cualquier aragonés se alegre siempre de los triunfos de su equipo. Y si en lugar del Zaragoza fueran la Sociedad Deportiva Huesca, el Teruel, el Barbastro o el Endesa de Andorra nuestros equipos punteros, todos deberíamos estar con ellos para procurar que llevaran el nombre de Aragón lo más alto y lejos posible.
Pero esto, que parece tan evidente, no siempre es así. Hay aragoneses que, inexplicablemente, son del Madrid o del Barcelona. Y sin embargo no creo que haya muchos madrileños y catalanes que sean seguidores del Zaragoza. ¿Por qué lo que es natural allí, es decir ser aficionado de sus equipos, no es a la vez natural aquí? Solo puede haber una explicación: que hay quienes solo quierenestar conlos que ganan, con los ricos y los poderosos, con los que piensan que les van a garantizar la felicidad. Por eso son de esos equipos y no del Almería, del Recreativo de Huelva o del Sporting de Gijón.
Pero esta explicación, que podría valer para gentes nacidas en ciudades o comunidades que nunca o muy pocas veces han tenido equipos en la elite, lo que les ha llevado en muchos casos a convertirse en seguidores de los equipos poderosos de fuera de su territorio, no debería servir para los aragoneses, pues el Zaragoza
lleva jugando casi ininterrumpidamente en Primera desde los años cincuenta, ha ganado títulos nacionales e internacionales y es uno de los más clásicos e importantes equipos españoles. Pongamos solo un ejemplo para comprobarlo: un niño aragonés nacido en 1986 (año del primer título en la época post-magnífica) ha visto ganar seis títulos oficiales al Zaragoza, mientras que el Athletic de Bilbao no ha ganado ni un solo título en estos últimos veintidós años, el Atlético de Madrid solo cuatro, el Español, dos, y el Betis y la Real Sociedad solo uno. Únicamente el Madrid y el Barcelona han ganadomás títulos en este periodo.
Y pensemos que, frente a los nueve títulos oficiales del Zaragoza en toda su historia, el Celta, el Racing de Santander o el Osasuna, por citar equipos históricos que suelen ser habituales en Primera, no han ganado nunca ni un solo título. Ser pues del Zaragoza y pertenecer a la gran familia zaragocista, a diferencia de lo
que puede ocurrir con otros equipos, no significa sufrir con un equipo acostumbrado a perder, sino disfrutar con un equipo que nos ha dado muchas más alegrías que sinsabores.
No hay pues explicación ni justificación alguna para que los aragoneses amantes del fútbol no sean del
Zaragoza. Estos, además, tienen un claro problema de ubicación: no sienten como los de aquí (que sería lo natural), pero nunca van a hacerlo como los de allí. ¿O es que los aragoneses seguidores del Barça van a emocionarse y vibrar igual que los catalanes cuando todo el Camp Nou grite «Visca el Barça, visca Catalunya», como si fueran de Vich o del Ampurdán? Los triunfos de los equipos, contrariamente a lo que piensan algunos pocos, contribuyen a difundir y promocionar las ciudades y los territorios, y un aragonés debería alegrarse siempre de que el Zaragoza estuviera en lo más alto, pues cuando nuestro equipo juega ante cincuenta o cien mil personas, mientras otros millones lo están viendo a su vez por televisión, se está hablando de Zaragoza y de Aragón y se está promocionando un territorio no precisamente sobrado de presencia en los medios.
Por eso me duele ver a padres aragoneses que visten a sus niños con las camisetas de esos otros equipos y que incluso los llevan con ellas a La Romareda, como ocurrió en algún caso el pasado sábado en el partido contra el Barcelona. Afortunadamente, la gran mayoría de los aragoneses seguimos disfrutando con las victorias de nuestro equipo, vestimos a nuestros hijos con sus colores y los educamos en el cariño natural al Real Zaragoza y en el respeto a los sentimientos que este representa, gestiona y canaliza.Y les enseñamos ya desde niños que, cuando gana el Zaragoza, gana Aragón y ganamos todos.»
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